Conozco a una persona que  dice que no hace pasteles porque siempre le quedan mal. Y la verdad es que siempre le quedan incomibles. Este mismo ejemplo lo he escuchado en boca de varios empresarios: “nosotros no vendemos tal producto porque ya lo hicimos y no funcionó” o “cuando empezamos hacíamos tal actividad pero como nadie parecía interesado lo dejamos de hacer”.

¿Podemos determinar una experiencia por su resultado o debemos enfocarnos en la suma de sus partes?

Una persona es mala haciendo pasteles porque no sigue la receta de la forma adecuada; muchas veces la he visto intercambiar ingredientes o aumentarlos pensando que mejorará la mezcla; lo cual nunca pasa. El éxito (aunque no me guste mucho esa palabra) o el fracaso son el resultado de la suma de muchas acciones. A veces son esas pequeñas acciones en las que nos equivocamos y que nos llevan a fallar en el resultado final. Esto quiere decir que no debemos medir las estrategias por un resultado sino por el acierto de cada uno de los pasos. Y si nos damos cuenta en qué nos equivocamos basta regresar un paso en la suma y volver a empezar.

Poder diferenciar las partes del resultado es vital para entender cómo podemos lograr nuestros objetivos.

Y tan fácil que es hacer un buen pastel…

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