En la semana estuve pensando mucho en el caso de una de mis colaboradoras. Tiene ocho años trabajando en Infocus Consultores; ha estado conmigo desde el comienzo. Siempre ha demostrado grandes capacidades y compromiso, y estoy feliz de haber encontrado a alguien como ella. Un tiempo decidió sentarse lejos de los consultores, en un escritorio aislado. Ella creía que así trabajaría mejor y le di la libertad para hacerlo. Con el paso de las semanas la noté cada vez más aislada, como si fuera parte de otro equipo. Me preocupé y tomé la decisión de reubicarla junto a los demás. Semanas después ella misma me lo agradeció.
El vivir de cerca los problemas, los aciertos, las bromas y las preocupaciones de quienes nos rodean ayuda a formar una familia sólida. No es bueno aislarnos, por más alto que sea nuestro puesto. Es muy sano mantener las puertas abiertas a la convivencia: es parte de la naturaleza humana y no debemos limitarlo.