Esta semana he estado pensando en la función social de la sorpresas. A todos nos gustan las sorpresas. Recuerdo que mi mamá mantenía en secreto cosas muy sencillas. Cuando preparaba mi comida favorita solía decirme que había preparado la comida que menos me gustaba. Así cuando nos sentamos a la mesa y veía mi comida favorita siempre me emocionaba y le reclamaba riendo.

La experiencia de los clientes y de los colaboradores es a veces más importante que los procesos en sí. Un cliente contento y un colaborador contento son iguales a procesos exitosos.

Hay que hacer que las cosas cambien y de vez en cuando sorprender a quienes nos rodean para sacarles una sonrisa. Es una buena forma de cerrar la semana.

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