Hace unos días me encontré con la película Casablanca, un clásico de 1942 donde aparecen Humprey Bogart e Ingrid Bergman. Una escena me llamó la atención por sobre todas. Un empresario le ofrece dinero a Bogart a cambio de su pianista. Bogart responde: “la gente no se compra ni se vende”. Minutos después el hombre se acerca directamente al pianista y le ofrece doblarle el sueldo; el pianista rechaza la oferta con un argumento irrebatible: “no tendría tiempo para gastar tanto dinero”.
La lealtad de Sam, el pianista, me recordó cuando a uno de mis mejores consultores le ofrecieron doblarle el sueldo, las prestaciones y darle un auto. Como amigo y colaborador le dije que tenía que aceptar la oferta aunque como empresario me dolía muchísimo. Era lo mejor para él y para su futuro. Me sorprendí cuando en esa plática él me confesó que ya había rechazado la propuesta, que se sentía cómodo en Infocus Consultores y que trabajaría conmigo para hacer crecer nuestro negocio.
Las acciones que hacemos para retener a nuestra gente se deben realizar desde el primer día y no cuando otra empresa les haga una propuesta. Si confiamos y desarrollamos relaciones con la gente que trabaja a nuestro alrededor, entonces no tenemos nada de qué preocuparnos. Podemos poner las manos al fuego por ellos y estar seguros que ellos harán lo mismo. Al final del día puedo decirle a mis colaboradores lo que dice Bogart en Casablanca: play it again, Sam. Y estar seguro que ellos también me lo pueden pedir a mi.